Humillada en la Cena de la Empresa
Entre todos los acontecimientos negativos que ocurrieron aquella Navidad, fue anunciada la Cena de la Empresa. Decidí ir porque las demás compañeras iban. Clueca nos advirtió que si queríamos ir en su coche, teníamos que ir bien vestidas para la ocasión, de lo contrario, no nos llevaría.
Nerea nos hizo un "tuneado perfecto" a Sanchina y a mi. No me parecía conmigo, saludaba a las demás y no me conocían con aquel vestido negro, abrigo azul, zapatos de tacón y maquillada.
La cena muy bien, hasta que llegó Gastón, nos saludó, hizo un comentario sobre el tema de las fotos que el Sargento Portento había publicado en redes sociales y seguidamente me miró y con su mano me hizo el gesto de robar, al tiempo que decía "al final todas caen". Su actitud no me gustó nada. Lo hizo delante de todas las personas que estaban allí. No tuve otra alternativa, sino ignorarle por completo.
El evento no se desarrolló tal y como estaba previsto, según Clueca. Pues teníamos que ir bien vestidas, comedidas y comportadas. Sin armar escándalo, sin beber demasiado, en fin, portarnos como niñas buenas. Realmente dimos la talla y nos comportamos como señoras, a pesar de que procedíamos del colectivo de personas socialmente excluidas. No ocurrió lo mismo con las mujeres que supuestamente estaban allí para vigilarnos y controlar nuestra conducta. Había barra libre y una de nuestras cuidadoras empezó a beber y bebió tanto, que en la última copa, poco le faltó para salir a gatas.
El baile de los ediles fue algo insólito e inédito. Al ver aquel panorama, no pude contener la risa y le dije a Clueca ¿Y estas son las que vienen para cuidarnos?
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