La pistola

Y ella vino a mi casa. Un peligro la acechaba, por eso, me pidió una pistola. Algo grave le ocurría, lo percibí en su expresión facial y en su forma de mover las manos cuando necesita protegerse de un daño inminente. Me sentí angustiada e impotente porque no podía ayudarla. No sabía ni dónde, ni cómo conseguir una pistola. Las armas son ilegales. Tal vez podría comprar una escopeta de aire comprimido, pero, como siempre, no tenía dinero y no la pude ayudar. Advertida del peligro, fui al Cuartel de la Guardia del Sombrero Negro, para pedir ayuda y protegerla. Fue en vano, pues dos Guardias del Sombrero Negro, ejercían el tráfico de drogas y blanqueo de capital en los pisos francos (pisos dedicados a custodiar testigos protegidos). Hoy he leído la prensa. He sabido que las armas vienen dentro de los fardos de las narcolanchas. Se compran en países que están en guerra y se venden aquí. Ahora entiendo por qué, el motero que conducía la Harley, apareció muerto en su casa con un tir...